30 de junio de 2022

El domingo de la vida. Diario 2022: junio


El otro día, me puse a llorar mirando un álbum de fotos de mi familia, de 1998. Nací el cinco de mayo de 1998, pero en ese álbum había fotos anteriores a mi nacimiento: fotos del carnaval de ese año, etcétera. Sentí una angustia profunda al ver, en esas fotos, mi familia, mi casa, y pensar que entonces todavía no había nacido. Todavía no existía. Nadie sabía de mí, nadie me conocía. Mis padres aún no me amaban: ¿cómo se puede amar algo que todavía no ha venido al mundo, aunque lo lleves en tu interior? Todo lo que he hecho todavía no había sido hecho. Todo lo que he sido no había sido. Es terrible. Perfectamente podría no haber nacido. Somos fruto de un azar. ¿Cómo seguir viviendo al ser consciente de esa contingencia?

 

Sí, en su día, X me llamó autista. Debe ser eso. Un autismo voluntario, decisión mía. En cierto momento de la cena, X dice: «Esta noche están pasando cosas muy raras», una indirecta que, evidentemente, se refiere a mí. Volvemos al juego de las indirectas, como hace años. Prefiero ser un raro a ser, como él, un payaso.

 

Escribe Heidegger en Ontología: «Lo inhabitual es solo una sacudida que despierta el hábito en su indistinción»: mi papel como raro, pues, sería el de despertar el hábito, lo normal, de la indistinción en que se halla sumido. «A través de la inquietabilidad de ese hábito indistinto se presenta lo que aparece en su imprevisibilidad.» Y luego: «Ese ser-en-general-siempre-en-cierto-modo-distinto impregna el ocurrir del mundo». El raro es quien despierta el mundo de su indistinción habitual a la distinción, a la diferencia, a la heterogeneidad. Es el martillo roto: puesto que ha perdido su utilidad como martillo, puesto que ha dejado de servir, entra en otra esfera y se pregunta: «¿qué es un martillo? ¿Qué soy?» El raro da el salto de la cotidianeidad y la comprensión habitual de las cosas a la singularidad.

 

Un viento suave, dulce. Las sombras de unas nubes se dibujan sobre la tierra. Las nubes avanzan rápido.

 

Tengo diversas pesadillas: en una, a la salida de una conferencia, una sombra me inmovilizaba para hacerme daño; en otra, iba a un restaurante chino de mala calidad con X y nos poníamos a discutir con una agresividad que nunca hemos tenido entre nosotros.

 

Lynch suele ir por los sitios hablando de meditación trascendental. ¿Qué conexión hay entre la meditación y su proceso creativo? Hay un error consistente en tomar el efecto por la causa: habrá quien cree que la meditación es lo que ha permitido a Lynch crear las obras que ha creado, pero probablemente el camino es a la inversa: es su creatividad la que le ha dirigido a la meditación. Alguien que medite pero no tenga talento sigue siendo alguien sin talento. No sirve de nada ver las conferencias de Lynch sobre meditación en busca de claves creativas.

 

¿Pero qué es la moral? Hoy, leyendo a Jauss, encuentro una constatación muy lúcida: «Se reduce sin excepción la moral a su significado prescriptivo y, consecuentemente, se ignora el sentido más amplio del concepto». Así, moral no solo se referiría a una prescripción, a un imperativo que viniera a responder la pregunta: «¿qué debo hacer?» Moral, además de su significado prescriptivo, podría tener un significado descriptivo o «exploratorio»: «la moral exploratoria no exige, en la medida que está vinculada a lo particular en su variedad, validez universal alguna, sino la diferenciación de lo propio y lo ajeno, así como la prueba de si las propias normas de comportamiento son compatibles con las ajenas.» La moral surgiría, pues, de la comparación entre la vida propia y la de los demás; comparación que en definitiva hacemos todo el tiempo.

Moral etimológicamente es ‘costumbre’. La moral son las formas de vida, las costumbres. ¿Cómo vives? ¿Cómo debes vivir? ¿Cómo querrías vivir? La tensión entre querer y deber le resulta familiar a la moral. Cabría escribir una historia de la moral, de las formas de vida. Desde que era pequeño, me he preguntado: «¿Cómo viven las personas que admiro?», y he intentado extraer de sus ejemplos una regla que en verdad nunca me ha servido.

 

Llevo días sin soñar. Sin recordar lo que sueño. Demasiados días. Ojalá pudiera vivir en los sueños. Antes, hace años, creía que dormir era inútil; intentaba reducir lo más posible mis horas de sueño; llegué a dormir cuatro o cinco horas y durante el día tenía incluso alucinaciones de lo cansado que estaba. Ahora, solo puedo pensar en dormir, en soñar. Tengo la mala suerte de tener un sueño poco profundo; cualquier ruido o luz me despierta. Querría ser capaz de dormir diez o doce horas. De pasarme un día entero en la cama. Una semana. Ni siquiera cuando dormimos el tiempo se detiene; tras una semana durmiendo, me levantaría y estaría cambiado, habría envejecido.

 

Me acuesto pronto, tras leer un capítulo de Creix un arbre a Brookyln: «Sí, ella escoltava els problemes que els altres li explicaven, però ningú no escoltava els seus. Però així ja estava bé. Al capdavall, la Sissy era de les persones que donen, no pas de les que agafen.»

 

Ayer X me decía: «Después de este curso en Barcelona, tengo mucho la sensación de final de etapa.» Estoy igual, aunque yo no me haya movido de casa. Este curso ha sido realmente compacto; el máster, las asignaturas, su gente, todo ha brillado por su intensidad en ciertos momentos y por su disolución absoluta en otros. Ahora me toca enfrentarme a la vida posterior a la carrera y a los másters. El doctorado todavía son estudios, pero sin un grupo de gente con el que avance a lo largo del curso. Tengo veinticuatro años. Tampoco es que aún esté en la edad de ser universitario. Ya empiezo a acercarme a esa edad de adulto en que se esperarán ciertas cosas de mí: que tenga pareja, que tenga un trabajo, que busque un alquiler o una hipoteca… ¿Cumpliré todas esas expectativas? ¿Saldré de la minoría de edad? Con Y había hablado de que la idea de adultez que me viene transmitida por los demás es falsa, mientras que la adultez verdadera es la que yo mismo defina. Ya estoy en camino de mi adultez verdadera, no es cierto que siga encerrado en una minoría de edad. Pero a veces el poder de las ideas transmitidas es mayor y el sentimiento de culpa es grande.